lunes, 12 de octubre de 2015

CONVIÉRTETE EN UN SUPERHÉROE






Buen día,  el proyecto Héroes contra el cáncer es en realidad algo tan sencillo como la siguiente operación aritmética:
1x12

Lo que se traduce en donar, al menos, el equivalente a un dólar, por cada uno de los meses de un año.

Seguramente pensaras qué diferencia pueden hacer en la guerra contra el cáncer 12 dólares en un año.


Quiero decirte que tienes toda la razón, sin embargo reflexiona lo siguiente por un momento. 


Seguramente has visto alguno de los vídeos que se han hecho virales en los que un grupo de personas se unen para realizar una acción que sería imposible individualmente como el  mover un vagón de tren o voltear un auto.


Todos ellos fueron héroes porque tuvieron la  esperanza de lograr algo diferente a través del  poder de la unión, cuando los seres humanos nos unimos podemos vencer obstáculos que aparentemente resultan insuperables, ese el poder más grande de los héroes contra el cáncer, la unión.


Somos más de siete mil millones de personas en todo el mundo, el 32.5 % tienen acceso a internet, es decir 2,275 millones de personas. Lo ves ahora, doce dólares no harán ninguna diferencia, pero dicha cantidad aportada por cada una de las personas que tenemos acceso a internet en el planeta si lo harán, y si no lo crees, observa el siguiente número: 


VEINTISIETE MIL TRESCIENTOS MILLONES


Te imaginas la diferencia que eso puede constituir: Investigación de nuevos tratamientos, y ayuda a enfermos y familiares para enfrentar con toda la dignidad posible el terrible mal que les aqueja. 




Te cuento que hace trece años mi padre falleció de cáncer, afortunadamente para nosotros y para él, mi madre contaba con un seguro médico que costeó el mejor tratamiento posible.


Al final de una dura batalla, él falleció pero contó con la esperanza de tener el mejor tratamiento y sobre todo le dio la seguridad de que su familia –lo más importante para él- no tuvo que endeudarse o perder lo que él en una vida de trabajo había forjado. 


Todos podemos cumplir el sueño de ser héroes y llevar paz y esperanza a miles de víctimas de cáncer, con tan solo donar un dólar o su equivalente por cada mes, durante un año, por supuesto esto lo harás no a través de mi, ni de ninguna otra persona física, sino a favor de las asociaciones  que día con día efectúan una labor titánica, para ayudar a enfermos y a sus familias o para realizar  investigaciones que algún día nos darán una cura.


¿Te imaginas cuánto bien podemos hacer con ello? 


Quizás tú eres de los que se han unido para efectuar el baile de moda difundido en internet  o quizá participaste en la fiebre del balde de agua helada en la que muy poca gente depositaba a favor de la noble causa que en un inicio se perseguía.

No critico a nadie, por supuesto esta muy bien divertirse e incluso tener unos minutos de exposición mundial, pero a poco no sería mejor hacer algo que principalmente  ayude, más allá  que tan solo dotarnos de unos cuantos minutos de exigua fama.

Lo importante aquí es unirnos y plantarle cara a una enfermedad que destruye familias, si además de depositar, gustas compartir una foto tuya con el recibo de depósito por supuesto que será bienvenida y la mostraremos con todo gusto,  ayudará muchísimo para  difundir este proyecto. 


Ahora por favor considera lo siguiente:

¿Qué significa para ti un dólar? 


Una cerveza.
La mitad del precio de una revista.
Un refresco.
Mucho menos de lo que vale una hamburguesa.

Esa pequeña cantidad otorgada por cada uno de nosotros puede cambiar vidas. 




Por favor únete y conviértete en un héroe, para hacerlo solo:


DONA Y DIFUNDE POR REDES SOCIALES
POR FAVOR TRADUCE A OTROS IDIOMAS Y HAS QUE ESTA INFORMACIÓN LLEGUE A TODOS. 

En esta página encontrarás enlaces a algunas páginas en México, España y Estados Unidos  que con su valor ayudan a los enfermos de Cáncer.



viernes, 9 de octubre de 2015

LA VICTORIA DE HELIOS







Este es un pequeño relato, realizado con enorme respeto y amor, el cual tiene la  intención de inspirarte para que te conviertas en un héroe más y te unas a nuestra batalla. 





La victoria de Helios. 
De los más de siete mil millones de seres humanos que habitan en el mundo bajo su protección, Helios pensó que ninguno de ellos podría herirlo de tal forma.


El llamado hombre solar volvió de la muerte, él derrotó a la invasión de la inteligencia artificial colectiva conocida como el enjambre, viajó a los confines de la tierra desde los abismos marinos hasta las simas volcánicas más profundas, el hombre del mañana ha soportado incluso el calor de soles más allá de nuestra galaxia.

Hoy, Helios, ya hacía postrado, derrotado, llorando inconsolablemente como un crío, tendido ante la mujer que acababa de golpearlo con toda su furia.


El ser más poderoso del mundo fue derrotado esta tarde, pero los acontecimientos que llevaron a su declive, comenzaron hacía apenas tres días, con la inocente llamada de un niño.


Toto es un pequeño como cualquier otro, ama los videojuegos, las caricaturas y el futbol, pero hace cuatro meses le fue arrebatado su mayor cómplice de vida, al que ahora ve pasar solo de días malos a días peores, en los cuales tiene que estar encerrado en un cuarto sin poder tener contacto con nadie más que médicos y enfermeras.


A Diego, el hermano mayor de Toto, en el mes de mayo le fue diagnosticada leucemia, desde ese día, el más pequeño de los hermanos ha visto a sus padres sonreír frente a Diego, pero desmoronarse cada vez que creen estar solos. 


Su hermano mayor siempre fue su héroe y la entereza que el chico de 12 años mostraba hacía que a cada minuto Toto lo admirará más.

Al ver llorando a su padre una vez más, el chico decidió tomar cartas en el asunto para evitar que el sufrimiento que destrozaba el alma de su familia continuará, cogió el teléfono y marco el número que tantas veces había visto aparecer por la televisión, una amable voz le contesto, diciéndole:

“Sindicato de la Justicia, señale el tipo de emergencia y en un momento le canalizaremos con la Policía local o si se requiere un héroe le asistirá.”
Toto, suspiro y dijo:


“Necesito, la ayuda de Helios, es urgente, realmente es un caso de vida o muerte.”


La chica al otro lado del teléfono, presionó varios botones del panel que tenía frente si,  respiró profundamente y le señaló con cierto desanimo al chico.


“Helios está atendiendo una emergencia global en la gran nube de Magallanes, pero puedo canalizar a Artemisa para que atienda en el acto tu eventualidad, ella se encuentra cerca de tu localidad.”


En forma atropellada el chico le dijo.


“Esperaré, no hay problema, tiene que ser Helios, solo el hombre solar puede ayudarme puedo esperar aquí a que vuelva de Magallanes.”


La chica sonrió y le dijo a Toto.


“La gran nube de Magallanes es otra galaxia, Helios tardará al menos dos días en volver,  estás seguro que tú emergencia puede esperar hasta entonces, te recuerdo que Artemisa puede volar, es súper fuerte y una guerrera experta.”


El niño ni siquiera consideró la propuesta, de inmediato contesto:


“Lo sé, pero ella no es Helios.” 


Al cabo de tres días, el chico volvió a llamar al Sindicato de la Justicia, morada de los héroes más poderosos del planeta, ahora le respondió otra chica, igual de gentil que la que le había atendido antes, pero con todo y su amabilidad, sin escuchar muchas explicaciones le refirió a Toto:


“El sistema reconoce tu voz muchacho, te canalizaré con un trabajador social para que tome nota de tu inquietud.”


A pesar de los reclamos del chico, tras unos segundo, otra voz le respondió cortésmente:


“Has sido canalizado a asistencia social del Sindicato de la Justicia, dada tu anterior llamada el sistema ha considerado que tus necesidades pueden ser resueltas por un civil, sin la intervención de los héroes más poderosos del planeta.”


El chico quiso gritarle que no necesitaba a ningún trabajador social sino a Helios, el héroe más grandioso de la historia de la humanidad, pero entendió que sus reclamos serían inútiles, así que colgó furioso.


Tras unos minutos en los que desesperado Toto lloró con la cabeza hundida en su almohada, decidió que el tal como Helios y Diego, el tampoco se rendiría sin pelear, el chico se sentó durante largos minutos esperando que una idea le iluminara para resolver su dilema, hasta que palpando se teléfono, la solución llegó a él.


El niño posteó el siguiente mensaje en Facebook, Twitter e incluso escrito en una hoja a la que fotografío para compartirla en instagram y pinterest:


“Te ruego que compartas el siguiente mensaje con todos tus contactos para que ellos a su vez lo compartan con todos:
Helios, tengo ocho años y necesito urgentemente tu ayuda, la vida de mi hermano Diego depende de ello.”


El mensaje finalizaba con la dirección del hospital en el que se encontraba internado Diego.


El mensaje fue compartido una y otra vez, hasta llegar a la redacción del diario “El mundo” en donde el reportero, Claudio Koening lo leyó con suma  atención, saliendo después a toda velocidad del edificio del planeta hasta llegar a un callejón en el cual tras percatarse que nadie lo veía, dejó una estela de luz amarilla de la cual emergió en el cielo, Helios el mortal más poderoso de la tierra.

Diego reconvalecía en su cama tras la pesada carga de la quimioterapia, la cual desde hacía unas semanas le había hecho perder completamente el cabello, hoy no era uno de los días malos, era uno de los peores, pero el valiente jovencito no podía darse el lujo de demostrárselo a sus padres, ahí nadie se rendía y el no sería el primero en quebrantar el juramento.


Mientras Toto intentaba hacer reír a su hermano, un escandaloso barullo llamó poderosamente la atención de todos los que se encontraban en esa ala del hospital, aquella doctora tan amable, aficionada vehemente a los héroes, la cual  pasaba horas con Diego intercambiando cromos de los miembros del sindicato de la justicia, fue la primera en salir a investigar lo que pasaba, tras unos segundos se escuchó un fuerte golpe y el otro joven médico que antes estaba en la habitación tuvo que salir corriendo con urgencia cuando fue informado que la doctora se había desplomado desmayada.


Pasaron solo unos segundos de quietud a los que sobrevino un intenso resplandor que entró por la puerta dejando a los chicos boquiabiertos.


Helios estaba ahí.


Su imponente presencia dejó a todos sin habla, el único que pudo romper el silencio unos segundos después fue Toto, quien emitió un grito de emoción mientras saltaba sin poder detenerse, Diego olvidó totalmente el dolor y emocionado se puso de pie para recibir al legendario  héroe. 


Helios estrechó con sumo cuidado la mano de Diego, acarició la cabeza de Toto y permitió que cada uno de los presentes se tomara con él tantas selfies hasta que hubo pasado más de quince minutos desde su llegada, al final de la sesión fotográfica se dirigió a Diego y le dijo:


“Tienes un hermano que te adora, gracias a su incesante llamado es que estoy aquí, sin embargo Toto, entenderás que no puedo estar con ustedes demasiado tiempo mi trabajo es una batalla interminable, así que dime, ¿qué más puedo hacer por ustedes?”


Viéndole directamente a los ojos, el pequeño le dijo al héroe:


“Diego tiene cáncer.


Él no merece sufrir.”


Helios se quedó estupefacto ante lo que el niño le iba señalando y optó por abandonar el cuarto cuando, Toto añadió:


“Tú puedes doblar el acero, detener una locomotora, volar más rápido que un avión, desintegrar un diamante con tú mirada, no hay un milagro que no puedas hacer.


Por favor salva a mi hermano.”


En el cuarto imperó el silencio ante la partida de Helios, nadie sabía que decir ante la evidente decepción que la acción del héroe había provocado en Diego, el invencible hombre solar se daba a la fuga sin encarar el desafío planteado.


Martha, la madre de Diego y Toto, tomó las manos de sus hijos, le dio un amoroso  beso en la frente al mayor y también abandonó el cuarto, ante el murmullo de todos avanzó por el largo pasillo que llevaba a la estancia en la cual todavía atónito se encontraba inmóvil Helios, quien al ver venir a la desesperada mujer, le dijo:


“No sé qué decirle, perdóneme por favor, hay cosas que ni siquiera yo puedo hacer, solo soy un hombre, no soy un dios que pueda sanar a su hijo.”


La mujer golpeó con todas sus fuerzas a Helios, propinándole una abofeteada que lo único que logró fue que el impacto le fracturara la mano a la desesperada madre, mientras le gritaba a un impotente Helios:


“Cómo te atreves. 


Quién crees que eres tú.


Qué te da el derecho de robarle la esperanza a mis hijos.”


Era imposible que Helios sintiera aquel impacto, su piel era más fuerte que cualquier superficie sobre la faz de la tierra, sin embargo el golpe lo lastimó, más que cualquier otro ataque que hubiera sufrido en su vida.


Helios quiso hablar pero no pudo, no tenía el valor para emitir palabra alguna, ante su silencio la mujer le gritó con más fuerza:


“Has roto su corazón, los médicos le han dicho a mi hijo que esta desahuciado, que solo están luchando por prolongar su vida.


Su padre y yo nos hemos quebrado por dentro, estamos despedazados, si teníamos un alma en nuestro cuerpo ahora ahí ya no hay nada, sin embargo cada mañana Diego nos ve presentarnos ante él con una enorme sonrisa para decirle  que no podemos rendirnos, que buscaremos la forma en la que él y nosotros podremos  salir adelante.


Él es un chico tan valiente, solo una vez ha llorado frente a nosotros, creo que es el único que sin decirlo ha aceptado su destino, en cambio nosotros le prometemos cada día que buscaremos otras opciones, que este no es el fin de la batalla.”


El abatido héroe por fin respondió:


“Señora…ustedes le están mintiendo.


Yo puedo hacer cosas que nadie más en el mundo podría realizar, pero no puedo sanar a las personas, sería irresponsable otorgarle a su hijo la ilusión de algo que no podré realizar, incluso sería cruel.”


Iracunda, Martha le gritó:


“Y tú crees que no estamos nosotros consientes de la ilusión que nuestras palabras constituyen para nuestro hijo.


Desde que supe que Diego estaba enfermo, todas y cada una de mis creencias han sido cuestionadas, le rogué con toda mi fuerza a dios que mi niño no tuviera esta maldita enfermedad, pero él no me escuchó, entonces me arrodillé y le suplique que me lo curará y lo único que obtuve como respuesta fue a los médicos diciéndome que mi pequeño estaba condenado.


Entonces, por un momento lo odie, lo odie con todo el corazón, mientras me pregunté qué clase de dios condena a un inocente con una vida por delante, por qué no le enviaba esta maldición a un criminal, por qué no me la enviaba a mi misma en lugar de a mi niño, por qué no le permitiría seguir amando, tener un futuro y darme nieto,  me llené de rabia y entonces me desmoroné y creí enloquecer, pero ese era un lujo que como madre no podía darme, yo debía permanecer fuerte para él.


Busque la fuerza necesaria para presentarme ante él sin lucir destrozada, e irónicamente dicha fuerza la encontré nuevamente en mi fe, me dije que quizá el señor quiere a mi Diego porque necesita ángeles a su lado, que es probable que nos esté poniendo una prueba para demostrarle que no podemos rendirnos, que el dejará de sufrir e irá a un lugar mejor.


Tú crees que no me preguntó cada mañana si no es qué me estoy aferrando tan solo a una ilusión.


Sin embargo no me importa darle la espalda a la verdad si eso me da la fuerza necesaria para darle en estos momentos a mi niño lo único que le puedo brindar.”

Pasaron unos segundos y Helios, el invencible héroe de mil batallas, el hombre del mañana, se desmoronó indefenso como un niño, postrado ante los pies de la mujer,  llorando sin poder detenerse.


Conmovida, la madre se arrodilló, le abrazó consolándolo y le dijo, esbozando una ligera sonrisa:


“Mírame, no puedo hacer mucho por mi hijo y aquí estoy, en medio de un hospital consolando al mortal más poderoso del planeta.”   


Tras instantes de profundo silencio, el abrazo se partió y Helios se alejó sin siquiera voltear a ver a Martha.

Desde que Diego fue diagnosticado con la enfermedad, para él había días malos y días peores, cinco días después de la partida de Helios, era el más terrible de todos, el chico se encontraba sumido en la cama, sin ánimo de nada, esa tarde ni la amable doctora que adoraba a los héroes, ni el doctor, con cara de enterrador, que gentilmente se ponía una nariz de payaso cada que se presentaba ante los niños sin por lo menos cambiar un poco su adusta expresión, habían logrado extraerle una sonrisa, incluso la presencia de Toto había pasado casi inadvertida para él, pero eso fue hasta que él entró. 


Era como la presencia de un ángel brillante que ha descendido para ver de cerca a los hombres, el efecto al ver a aquel ser luminoso fue el mismo que en la ocasión anterior, la emoción de todos los presentes fue extrema, hasta que Helios habló y les pidió dejarlo solo con la familia de Diego.


Toto se abrazó fuertemente a su pecho, sabía que la presencia del ser más poderoso sobre la tierra solo podía significar algo para su hermano, Helios quien desde que llegó no había dejado de sonreír le devolvió la gentileza al chico, entonces tras unos segundos lo apartó y se dirigió hasta quedar justamente al lado de Diego, a quién le dijo:


“Estoy muy apenado, el otro día tuve que partir urgentemente, sabes de mi súper oído verdad.”


El chico asintió, mientras el héroe continuaba diciéndole: 


“Escuche una llamada de auxilio del Rayo, él podrá ser incluso más veloz que yo, pero se necesita más que solo velocidad para enfrentarse a Hades, mi némesis,  entonces tuve que irme o el Rayo podría haber perecido en un instante, otro día te contaré la batalla y le pediré al Rayo y Artemisa que vengan a conocerte.


Eso será en otra ocasión, pues hoy no solo he venido a disculparme.”


El chico sonrió por primera vez en ese día, mientras Helios, seguía diciendo:


“Estoy aquí para decirte todo lo que no pude expresar ese día,  Toto me pidió algo y he venido a intentarlo, no puedo prometerte que funcionará, pero te juro que no dejaré de intentarlo.”


Martha abrazó a Diego y ante la sonrisa de oreja a oreja que se había dibujado en el rostro del chico, su madre  por primera vez se permitió llorar delante de él.


Helios tomó la mano de Diego, la acercó a su corazón y le dijo:

“Debes repetir conmigo: 

Si tú no te rindes, yo no lo haré” 


El héroe finalizó el juramento dando un beso en la frente del chico y luego partió dejando tras de sí un invaluable regalo para Diego y su familia.


Desde que Diego fue diagnosticado con la enfermedad, para él hubo días malos y días peores, tras la llegada de Helios también hubo días de esperanza.